Y sabréis que no hice sin causa todo lo que hice en ella, dice el Señor Dios.

Esperando la vindicación de Dios

I. Las verdades dudadas. En todas las épocas, como en la nuestra, los hombres han dudado de la bondad y justicia de Dios y han murmurado por sus actos. Rechazan el consuelo y acusan a Jehová de crueldad. Habla de los sufrimientos de Jesús por nosotros, y el agnóstico declara que es simplemente otro ejemplo de injusticia.

II. Causas del escepticismo. Pregunte por una razón de duda, y el racionalista afirma que el dolor contradice la bondad o el poder del Ser Divino. Pero las razones dadas no siempre son causas. El dolor es egoísta y las lágrimas nos ciegan. La mayoría de las personas en problemas son como un barco dirigido por un capitán descuidado, y abandonado con la lona llena cuando estalla la tempestad. Nos hundimos porque no estamos preparados para los vendavales.

Los hombres se entregan a falsas esperanzas, rechazan todas las advertencias, esperan todo menos la muerte, y cuando llega el fin, claman que han sido agraviados. La costumbre les hace considerar un préstamo como una posesión y lo llaman robo de restauración.

III. La futilidad de la duda. ¿De qué sirve la duda de las verdades fundamentales del cristianismo? ¿Como funciona? Un pecador que sufre castigo es endurecido por la duda de la justicia de Dios y desanimado del arrepentimiento por la cuestión de Su misericordia. Una santa en agonía y próxima a la muerte se ve sumida en una oscuridad más profunda por la duda de todo lo que le queda. La duda confirma al transgresor y roba el consuelo al santo. Entonces, ¿para quién es bueno?

IV. Consuelo en la verdad de Dios. Si pudiéramos mirar el pecado en su espantosa deformidad, su profunda culpa, sus efectos inhumanos, con una visión sólida, seríamos lentos para quejarnos. Si Dios no castigara el mal moral, no podríamos respetarlo, y si permitiera que el mal no se corrigiera, los santos no podrían esperar. La prisa y la impaciencia nos ocultan la verdad. Si pudiéramos ver los resultados del sufrimiento en el carácter, podríamos consolarnos.

La historia es un relato del martirio del hombre. Pero los mártires no se han quejado. Han preferido la verdad, la belleza, la bondad a las alternativas y no se han arrepentido del precio. ¿Podemos confiar en Dios y esperar? Y mientras espera, no se quede inactivo. Hay obras dignas de arrepentimiento. Los vientos de Dios son difíciles de enfrentar como "vientos en contra", pero son de gran ayuda para aquellos que navegarán con ellos. El propósito divino trabaja para corregir el mal y edificar el bien. Edifica con Dios y no tendrás nada que derribar. ( CR Henderson, DD ).

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad