Mi pueblo no se avergonzará jamás.

La religión, fuente de confianza constante

Joel era portador de noticias muy pesadas. Sus pecados habían excedido los límites de la paciencia divina.

I. El carácter bajo el cual aparecen ante nosotros las personas mencionadas en el texto. Él los llama "Mi gente". Esto muestra que pertenecen a Dios por alguna apropiación peculiar. Él habla de ellos como teniendo Su favor, como recibiendo bendiciones de Él, y como sintiendo, bajo la conciencia de Su presencia que permanece con ellos, una confianza que los malvados nunca poseen. Son un pueblo elegido; un pueblo santificado; y un pueblo obediente. Siempre están puestos en la obediencia, y se arrepienten cuando no la rinden.

II. La declaración honorable y alentadora que Dios hace acerca de ellos. "Mi pueblo nunca se avergonzará".

1. No se avergonzarán de sus principios. Que les sirvan en todo momento. ¡Y son buenos, rentables para la sociedad y calculados para promover los intereses de los hombres!

2. No se avergüenzan de la singularidad que distingue su conducta.

3. De la confianza que depositan en Dios. Y no se avergonzarán de los terrores del último gran día. ( W. Curling, MA )

Sin verguenza

Después de la desolación causada por las langostas, vendrá un tiempo de gran fecundidad. En las palabras, "Mi pueblo nunca será avergonzado", tenemos un gran principio del gobierno de Dios anunciado, y la promesa se repite enfáticamente.

I. El significado de la promesa. Cubre toda la historia y toda la vida individual, y llega "dentro del velo". La promesa implica:

1. Una afirmación implícita de los problemas y conflictos circundantes. Mucho que está calculado para avergonzar a los hombres y causar dudas y dolor; por ejemplo, enfermedades repugnantes, crímenes espantosos, error que pervierte y obstaculiza la verdad, embriaguez, ignorancia, inmoralidad en nuestras puertas y en nuestras calles. Donde hay pecado, debe haber vergüenza.

2. Un estímulo expreso a la fe firme. Dios "se compromete" por su pueblo.

3. Una predicción segura del triunfo final. La promesa tiene un cumplimiento progresivo. La vergüenza y el miedo son rechazados una y otra vez hasta que llega la última victoria, y la vergüenza y el pecado quedan atrás para siempre.

II. El carácter de aquellos a quienes se hace la promesa. El pueblo de Dios se pone en antítesis con los paganos, los impíos, los incrédulos. Son aquellos que se han vuelto a Él en verdadera penitencia, han experimentado Su amor perdonador y ahora confían en Él. Son "guiados por el Espíritu". ¿Podemos tener el consuelo de esta promesa? De un lado del destino del hombre está la certeza de la vergüenza; por el otro, la seguridad de la gloria. Los problemas surgirán con alegría; las pruebas conducirán al triunfo. ( W. Saumarez Smith, BD )

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