A los que le reprendan les será agradable, y buena bendición vendrá sobre ellos.

El deber de reprender a los malvados

I. El deber y su obligación. Por "reprensión" podemos entender o ese oficio amistoso ejercido por personas privadas hacia sus hermanos transgresores, con el propósito y la esperanza de rescatarlos de sus malos caminos, o bien ese método más severo de proceder mediante censuras públicas y castigos legales, infligidos por personas en autoridad, con el mismo fin caritativo en vista. Los cristianos privados tienen un llamado y una autoridad suficientes para amonestar y reprender, cuando se puede hacer de manera prudente y oportuna.

No debemos pensar que estamos en libertad de sufrir el pecado y la maldad, cometidos ante nuestros ojos y oídos, para pasar sin corrección. La ayuda del magistrado civil puede ser necesaria para aquellos que no serán reformados y rescatados de un rumbo perverso con argumentos traídos de otro mundo, pero pueden verse obligados a adoptar mejores modales mediante castigos temporales. Cuando estos castigos no son adecuados para mejorar a los hombres, son de gran utilidad para evitar que empeoren y se endurezcan en sus pecados. La imposición de sanciones legales también es necesaria para evitar el contagio del mal ejemplo, para que el veneno no se extienda más, para manchar a los miembros sanos y corromper a los que están bien dispuestos.

II. Los motivos que excitan el desempeño de este deber.

1. Deleite, o gozo y satisfacción interior, que brota del testimonio de una buena conciencia, que es el más agradable de todos los consuelos. El pensamiento del bien hecho es fácil en la mente de los hombres, y la reflexión sobre él siempre los reconforta y deleita. El mayor bien que un hombre puede hacer a otro es ayudarlo y promoverlo en el camino de la salvación; para mantenerlo dentro de las líneas del deber; y recuperarlo a un mejor rumbo.

2. Una buena bendición. Un Dios justo no dejará pasar esta obra de amor sin recompensa. Lo considerará en proporción a la medida de bien que haga, y los desalientos y dificultades con que suele ser atendido. La buena bendición incluye la bendición de los hombres. Todo hombre que reprenda el mal sin temor ni favoritismos, por su integridad, sabiduría y valor, será tenido en la estima universal.

Un buen magistrado es respetado y honrado por aquellos que no tienen gran consideración por la religión, por razones de estado. Cuánto más pueden estos esperar honor y veneración de aquellos que se preocupan por la religión y la gloria de Dios. ( John Waugh, DD .)

El deleite del reprensor del mal

¿De dónde viene este deleite?

1. De la conciencia de haber hecho bien.

2. De la posesión de la aprobación, el cariño y la confianza del público.

3. De un sentido de aprobación Divina.

4. Del afecto y complacencia de todos los hombres buenos, y del agradecido reconocimiento de aquellos cuyas causas han sido investigadas y determinadas cuidadosa, desinteresada y justamente; incluso aquellos que no tienen, no obstante, un testimonio en su conciencia de la solidez de los principios y la sinceridad del deseo de hacer el bien, con lo cual todo se ha llevado a cabo. ( R. Wardlaw, DD .)

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