El que extravíe al justo por el mal camino, él mismo caerá en su propia fosa.

Personajes opuestos y destinos opuestos

I. Aquí están los personajes opuestos: el perverso y el recto.

1. Fíjense en lo perverso. ¿Quiénes son los perversos? "El que hace descarriar al justo por el mal camino". Aquí se pueden observar dos cosas.

(1) Una triste posibilidad de que los justos se “descarrilen”. Esta posibilidad está implícita en la responsabilidad moral. Si fuera imposible que los justos se descarriaran, serían meras máquinas, no agentes morales; no habría virtud en su obediencia, ni culpa en su transgresión. Los seres morales son como planetas, destinados a rodar siempre en las órbitas en las que fueron colocados por primera vez y moverse con la misma velocidad y regularidad; pueden unirse a otro y moverse a la velocidad que quieran. Esta posibilidad se demuestra en hechos. Han caído ángeles justos. Han caído hombres justos (Adán, Lot, David, Pedro). Esta posibilidad se asume en las apelaciones de las Escrituras.

(2) Un intento infernal. El intento es "hacer que los justos se extravíen". Los hombres malvados lo intentan constantemente de mil maneras diferentes. Al sugerir dudas sobre la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la verdad de la Biblia, etc., etc .; y por insidiosos pero potentes llamamientos a aquellos elementos de depravación que persisten en mayor o menor grado en las almas incluso de los mejores hombres hasta el final de la vida. La sociedad abunda en tentadores.

2. Los rectos. Los rectos aquí contrastan con los que tientan a los justos a extraviarse. ¿Quiénes son los rectos? Los hombres de verdad incorruptible, rectitud inflexible; los hombres, en una palabra, que "hacen justicia, aman la misericordia y caminan humildemente con su Dios". Job era un hombre recto, uno que temía a Dios y evitaba el mal.

II. Destinos opuestos.

1. El destino del uno es la auto-ruina. "Caerá él mismo en su propio pozo".

2. El destino del otro es una bendita herencia. “Los rectos poseerán bienes”. ( Homilista .)

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