El que aparta su oído para no oír la ley, aun su oración será abominación.

La oración de los desobedientes

El deber de rendir su mejor obediencia a los preceptos divinos es uno que el hombre ha sido llamado perpetuamente a reconocer, bajo ambas dispensaciones. El hombre, como ser caído, con afectos alienados, tendencias degradadas y puntos de vista distorsionados, requería instrucciones precisas en cuanto a su curso futuro. Los reclamos Divinos de obediencia no se relajaron de ninguna manera; pero faltaba el poder de exhibir esa obediencia, e incluso un conocimiento adecuado de sus requisitos.

Si somos criaturas dependientes, incapaces de sostenernos a nosotros mismos, es manifiestamente parte de la sabiduría asegurar el apoyo continuo de Aquel que ha prometido que los rayos de Su favor siempre se reflejarán en Sus seguidores. Tenga cuidado de tener una visión suficientemente completa de las demandas que se le hagan. No debe imaginarse que mediante la atención escrupulosa a un departamento del deber cristiano puede obtener una absolución virtual por el descuido de otro.

No es mediante el uso regular de palabras de súplica o acción de gracias que todo se puede lograr. ¿Con qué espíritu se han postrado ante el estrado divino? ¿Ha sido con la sincera resolución de esforzarse, en todo tiempo por venir, por hacer la voluntad de su Padre que está en los cielos? ¿Ha sido con la determinación de aplicar de ahora en adelante con toda diligencia para determinar y observar Sus estatutos sagrados? La razón para no recibir respuestas de gracia a las oraciones puede ser que el corazón nunca se ha rendido a Dios; ha habido una lamentable y absoluta ausencia de verdadera fe y amor.

El objeto del escritor inspirado, en nuestro texto, es exponer, en el punto de vista más llamativo, la atrocidad y las terribles consecuencias de descuidar prácticamente el honor de los estatutos divinos. Hay quienes, aunque con sus labios expresan la alabanza de Dios, sin embargo, declarada y deliberadamente, están descuidando algún deber, cometiendo algún pecado, siguiendo algún camino cuyo “fin es la muerte.

“Si quieres beneficiarte de Su clemencia, debes esforzarte por obedecer Sus leyes. Si desea obtener Sus bendiciones, debe dedicarse con celo y perseverancia a Su servicio. ( Hugh B. Moffat, MA .)

Condiciones de comunión con Dios

1. Es por la Palabra de Dios y la oración que nuestra comunión con Dios se mantiene. Dios nos habla por Su ley y espera que lo escuchemos y le prestemos atención; le hablamos por medio de la oración, a la que esperamos una respuesta de paz.

2. Si no consideramos la Palabra de Dios, nuestras oraciones no sólo no serán aceptables para Dios, sino que serán una abominación para Él; no sólo nuestros sacrificios, que eran citas ceremoniales, sino incluso nuestras oraciones, que son deberes morales y que, cuando son ofrecidas por los rectos, son tanto su deleite. El pecador con cuyas oraciones Dios está así enojado es alguien que voluntaria y obstinadamente se niega a obedecer los mandamientos de Dios, que ni siquiera los escucha, sino que hace que su oído rechace la ley y se niega cuando Dios llama. Por tanto, Dios lo rechazará con justicia cuando lo llame. ( Matthew Henry .)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad