Hicieron un becerro en Horeb y adoraron la imagen de fundición.

La idolatría del hombre y la indignación del cielo

I. La idolatría del hombre (versículos 19, 20).

1. La fuerza del instinto religioso. El hombre debe tener un Dios. Si pierde el verdadero, creará uno falso.

2. Un injusto cumplimiento de una demanda popular. El predicador que se ocupa de los prejuicios y gustos de su pueblo, comete el mismo pecado que cometió Aarón cuando hizo el "becerro de oro".

3. La fuerza del hábito temprano. Ante su figura solían inclinarse en Egipto, y por el instinto de la costumbre clamaron por su figura ahora en el desierto. Ver a Dios en todas partes es una cosa; hacer todo Dios, es otro. El uno es correcto, vinculante y útil; y el otro es malo, pecaminoso y pernicioso.

II. La indignación del cielo (versículo 23). Toda esta idolatría y olvido le resultaban ofensivos y estaban decididos a destruirlos. ¿Por qué no asestó el golpe fatal de una vez? “Moisés, su escogido, estuvo delante de él”, etc. Vea aquí la maravillosa eficacia de la oración. La Biblia enseña que “la oración ferviente y eficaz del justo vale mucho” y nos da muchos ejemplos de esto; pero no sé cómo afecta a Dios. Comprendamos el hecho y vivamos en consecuencia. ( Homilista. )

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