Apártate del mal y haz el bien; y habitarás para siempre.

La gran preocupación del hombre

I. Evitando el mal y haciendo el bien. “Apártate del mal y haz el bien”. El mal y el bien son términos correlativos y coextensivos. Son principios antagónicos, ambos están en el mundo, y ambos trabajan incesantemente. Ambos están encarnados. El bien en su forma perfecta está en Cristo. "Apártate del mal". Estás en ella, como en una atmósfera venenosa, como en una enfermedad repugnante, como en un cautiverio miserable; Luchar por salir de él, salir del distrito moral y luchar por un aire más saludable.

"Hazlo bien". El bien es una cosa práctica, no una mera poesía o discusión, sino una cosa para la práctica. ¿Qué es hacer el bien? No la realización de ninguna cosa en particular, porque tenemos mil cosas que lograr, sino hacer todo por un buen motivo: el amor supremo a Dios.

II. Hablando sabiduría y juicio. "La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla de juicio". La característica de un hombre justo es que su habla es sabia y justa. Él permite que "ninguna comunicación corrupta salga de su boca". El habla del hombre tiene siempre una cualidad moral, siempre es sabia o tonta, justa o injusta, buena o mala.

III. Rectitud de corazón y de vida. "La ley de su Dios está en su corazón, ninguno de sus pasos resbalará". Una cosa es tener la ley de su Dios en el libro o en el cerebro, y otra cosa es tenerla en el corazón; tenerlo en el corazón implica que se lo aprecia con amor y se le obedece con lealtad. Está en el corazón como monarca moral, dominando todas las facultades del ser y las actividades de la vida. Al estar en el corazón, dirige la vida. "Ninguno de sus pasos" (o "pasos") "se deslizará". Habrá una adhesión inquebrantable al camino del bien.

IV. Esperando al señor y guardando sus mandamientos. "Espera en el Señor y sigue Su camino".

1. Esperar en el Señor implica

(1) Realización de Su presencia;

(2) la expectativa de sus mandamientos, y

(3) Disponibilidad para obedecer.

V. El favor especial del cielo.

1. La tutela especial de Dios. "El Señor ama el juicio y no abandona a sus santos, son preservados para siempre".

2. Liberación del poder de los impíos. "El Señor no lo dejará en sus manos, ni lo condenará cuando sea juzgado". La verdad de esto se realiza en la experiencia de todos los hombres buenos después de la muerte.

3. Exaltación y longevidad. ( Homilista. )

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