El SEÑOR pagará a cada uno su justicia y su fidelidad; porque el SEÑOR te entregó hoy en [mi] mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido del SEÑOR.

Ver. 23. El Señor pague a cada uno su justicia. ] Sálvame de tus tiernas misericordias, porque son crueldades, y de tus hermosas promesas, porque no hay quien confiar en ellas.

Pero no quise extender la mano. ] Aquí está su santa gloria: porque así como cada flor tiene su dulce olor, así toda buena acción tiene su consuelo y su frescor; pero sobre todo cuando resistimos una fuerte tentación, como aquí.

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