Y rodearéis al rey, cada uno con sus armas en la mano; y al que entre dentro de los campos, sea muerto; y estaréis con el rey cuando salga y cuando entre.

Ver. 8. Déjalo morir. ] En este caso, era sumamente necesario observar la disciplina militar; tampoco el derramamiento de sangre habría sido una profanación del templo.

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