Y tenían corazas como corazas de hierro; y el sonido de sus alas era como el sonido de carros de muchos caballos que corrían a la batalla.

Ver. 9. Y tenían corazas ] Sus supuestas donaciones, privilegios y exenciones del poder secular; agitando sus tippets a los reyes, a quienes han pisoteado, y obligados a andar descalzos sobre las duras piedras, hasta que sangran de nuevo. Así lo trató nuestro Enrique II; sí, lo azotaron con varas sobre el desnudo y dijeron: Domine, noli minari; nos enim nullas minas timemus, qui de tali curia sumus quae consuevit imperare regibus et imperatoribus: Señor, nunca nos amenace; porque no nos importan tus amenazas, como pertenecientes a esa corte que manda a reyes y emperadores. (Jac. Revius de Vii. Pontiff p. I49.)

Y el sonido de sus alas ] Son fuertes y de voz osada, hacen un gran ruido, levantan un gran polvo, y por eso piensan llevarlo. En esto son como el hereje Nestorio, de quien se dice que fue homo indoctus, superbus, contemptor Patrum, sed audax et magnae loquentiae, un asno orgulloso, pero audaz por encima de toda medida y de un lenguaje fuerte, por lo que hasta ahora prevaleció por un tiempo, que sedujo al buen Teodosio y consiguió una orden judicial para el destierro de Cirilo, ese piadoso divino ortodoxo. (Zanch. Miscel., Epist. Dedic.)

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