E Isaac amaba a Esaú, porque él comía de [su] venado; pero Rebeca amaba a Jacob.

Ver. 28. E Isaac amaba a Esaú, etc. ] Aquí, como también en la esposa de Manoa, aparece más gracia en la mujer que en el hombre; cuyo amor ciego y fuera de lugar, para fines carnales, alaba e ilustra la adopción divina.

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