Y le contaron todas las palabras que José les había dicho; y cuando vio los carros que José había enviado para llevarlo, el espíritu de su padre Jacob revivió:

Ver. 27. Cuando vio los carros. ] Tal seguridad tiene los hechos por encima de las palabras, a Nos non eloquitour magna, sed vivimus, decían aquellos cristianos primitivos. Y ningún cristiano es un hombre mal vivido, a menos que sea un pretendiente sólo de esa religión, dice Atenágoras, en su apología por ellos. b Porque como se dijo de las palabras de David en el Salmo 11, que son verba vivenda non legenda; también debe acreditarse a la religión, por el poder y la práctica de la misma.

Los cristianos deben llevar una vida convincente y, con su piedad y paciencia, amordazar a los malévolos, sofocar la envidia misma. He leído c de una mujer, que, viviendo en la duda profeso de la Trinidad, después de una mejor iluminación y el arrepentimiento, hizo a menudo se quejan de que la vida vicioso de conocer al hombre en esa ciudad hizo evocar esas dudas destructoras en su alma. La diferencia entre la divinidad y otras ciencias es que no es suficiente saber, pero debes hacerlo; como lecciones de música deben practicarse, y una copia no solo se lee, sino que se actúa.

El espíritu de su padre Jacob revivió. ] ¡Cómo se regocijarán y triunfarán nuestros espíritus cuando escuchemos la última trompeta, veamos los mensajeros y los carros enviados por nosotros! ¡Consideren las coronas, cetros, reinos, glorias, bellezas, entretenimientos angelicales, visiones beatíficas, variedades más dulces, felicidades, eternidades, que ahora debemos poseer! Seguramente, como Eneas y su compañía, cuando estuvieron a la vista de Italia, después de un largo revuelo en los mares Mediterráneo y Egeo, gritaron con alegría:

“Italiam, Italiam primus conclarnat Achates;

Italiam socii laeto clamore salutant ". - Virg.

Y como cuando Godofredo de Bulloin y su compañía fueron a Jerusalén, tan pronto como vieron las torres altas, dieron un gran grito, que la tierra: sonó. Entonces, cuando veamos las almenas de la Nueva Jerusalén, ¡qué aclamaciones sonará!

un Segnius irritante animos demissa per aurem,

Quam quae sunt oculis subiecta fidelibus, etc.

b Oυδεις Cριστιανος πονηρος, ει με υποκρινηται τον λογον.

c Serm. del Sr. Ward , La felicidad del paraíso.

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