Porque he aquí, levanto a los caldeos, [esa] nación amarga y apresurada, que marcharán por la anchura de la tierra, para poseer las moradas [que no son] de ellos.

Ver. 6. Porque he aquí, levanto a los caldeos, esa nación amarga y apresurada ] Los caldeos fueron en la antigüedad los filósofos de los babilonios: Babilonia era una provincia del imperio asirio; pero no lo mismo con Nínive (solo amurallada por Semiramis, y por ella llamada Babilonia), como señala Suidas. Nínive era la metrópoli, Babilonia gobernada por prefectos. Uno de los cuales, a saber. Merodac-Baladan, rebelándose contra Esarhaddon, rey de Nínive, trasladó todo el reino a los babilonios, usando la ayuda y el consejo de los caldeos, famosos por su sabiduría y autoridad; lo cual todavía no se hizo sin el Señor, quien entonces los incitó y ahora los envió contra los judíos para vengar la disputa de su pacto.

De la misma manera Dios ha levantado en estos últimos tiempos a los turcos, "esa nación amarga y apresurada", amarga y sangrienta, apresurada y precipitada, υηδεν αναβαλλομενην, persiguiendo sus victorias y sometiendo en poco tiempo a muchas naciones y reinos a su imperio. Por lo tanto, en el versículo anterior se pide a los judíos que vean entre los paganos los estragos que habían causado los caldeos; es decir, debería hacer en breve invadiendo Siria, la mayor parte de toda Asia y una parte también de África.

En la grandeza del imperio turco se traga en este día tanto el nombre como el imperio de los sarracenos, el imperio más glorioso de los griegos, los renombrados reinos de Macedonia, Peloponeso, Epiro, Bulgaria, Serbia, Bosnia, Armenia, Chipre, Siria, Egipto, Judea, Túnez, Argel, Media, Caldea, con gran parte de Hungría; como también del reino persa, y de todas las iglesias y lugares de los que tanto se habla en la Escritura (excepto la romana, que sin embargo amenaza diariamente), y, en resumen, tanto en la cristiandad, que supera con creces lo que es de ella en este día se fue.

En resumen, ninguna parte del mundo queda sin tocar por la monarquía otomana, excepto Estados Unidos; no más feliz en sus ricas minas que en estar tan lejos de un enemigo tan grande y peligroso. El rey de España, de todos los demás príncipes, mahometanos o cristianos, que limitan con el turco, es el que mejor puede hacer la guerra con él. Es más sabido hasta qué punto y con qué amargura y prisa ha llevado su monarquía católica que el hecho de que sea necesario relatarla aquí.

La reina Isabel le puso fin. El Capitán Drake y sus soldados, cuando tomaron Santo Domingo, en 1585 dC (donde se veían sus armas en el ayuntamiento con esta inscripción, Non Suficit orbis El mundo no es suficiente), se burlaron de su avaricia y ambición; pero las indias pobres gimen profundamente bajo su crueldad; y Grineo comenta estas palabras, "esa nación amarga y apresurada", Tribuuntur illis duo, dice: Aquí se atribuyen dos cosas a la amargura y rapidez de los caldeos en emprender y despachar conquistas: quibus dotibus Iberos nostra aetate praeditos, proh dolor, experimur, esto por lamentable experiencia encontramos hoy demasiado verificado de los españoles.

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