Fui, pues, y lo escondí junto al Éufrates, como el SEÑOR me había mandado.

Ver. 5. Así que fui y lo escondí junto al Éufrates. ] En el acantilado de una roca, donde podría estar seco, sin preguntar ni una sola vez la razón. Esta fue una obediencia simple y aceptable, mucho más allá de la de los novicios papistas, quienes sin embargo, si sus padres o superiores los envían a China o Perú, sin disputa ni demora, se ponen en camino.

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