Permíteme que hable; y después de que he hablado, sigue burlándote.

Ver. 3. Permítanme que pueda hablar ] Digan que les resultará doloroso oírme (porque ahora veo que, como escriben sobre algunas criaturas, han caído en el aureo ), pero que se sometan al dolor de oírme, y soportadme, aunque os resulte gravoso, aunque mis palabras atraviesen la veta de vuestros espíritus. Ver 2 Corintios 11:1 .

Te prometo que no hablarás nada digno de burla, como la de Teofrasto. Que evite al hombre hablador que no quiere que le dé un ataque de fiebre (Theoph. Charact. Cap. De garrul.). O el de Aristóteles, ante quien cuando uno, habiendo hecho un largo e inútil discurso, lo concluyó así, dudo que haya sido demasiado tedioso para usted, señor filósofo, con mis muchas palabras: Muy bien, dijo Aristóteles, no ha Ha sido tedioso para mí, porque no presté atención a nada de lo que dijiste (Plut. de Garrulit.).

Y después de que haya hablado, burlaos de ] Heb. Mírate, Zofar (a quien dirigió su discurso, y muy probablemente también sus ojos), si puedes encontrar en tu corazón para burlarte de tantas razones como yo alegaré en mi propia defensa; No te concedo. No le faltó ingenio el que dijera: Si un sabio habla mal de ti o de ti, soportalo; si es un tonto, menosprecio. Sile, et funestam dedisti plagam, no te preocupes por sus burlas y lo castigas suficientemente (Crisóst.).

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