Y le dijeron: Hemos descendido para atarte, y entregarte en mano de los filisteos. Y Sansón les dijo: Júrenme que ustedes mismos no caerán sobre mí.

Ver. 12. Hemos bajado para atarte. ] En estos israelitas tenemos un ejemplo de ingratitud: como en Sansón, de mansedumbre y cuidado de sus compatriotas indignos. Cuán acertadamente podría haberles dicho, como en un caso similar les dijo Temístocles a sus atenienses: "¿Estáis cansados ​​de recibir tantos beneficios de un solo hombre?"

Para que te entreguemos en manos de los filisteos. ] Con bastante vergüenza podrían hablarlo, como una compañía de cobardes como eran. Pero él no los reprende con su pusilanimidad, falta de coraje o entereza o perfidia; pero, como solícito de su seguridad, se rinde a ser atado. También lo hizo nuestro querido Salvador, etc. Facinus vincere civem Romanum, dice el orador. Permítanme imitar su gradación. Era mucho para el Hijo de Dios atar, más para ser golpeado, sobre todo para ser asesinado. Quid dicam, en crucem tolli?

Para que ustedes mismos no caigan sobre mí.] Y así, en mi propia defensa, ocasione que yo vuelva a caer sobre ustedes. No pensó en hacer bueno su partido con los filisteos, aunque eran un ejército de ellos: esto demuestra la fuerza de su fe.

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