Que él le contó todo su corazón, y le dijo: No ha venido navaja a mi cabeza; porque fui nazareo para Dios desde el vientre de mi madre; si me afeitaran, se me quitarían las fuerzas, me debilitaré y seré como cualquier otro hombre.

Ver. 17. No ha venido navaja a mi cabeza, etc. De Tamerlán, ese belicoso escita, se cuenta, que nutrió su cabello, lo que su madre, procedente de la raza de Sansón, como él lo entregó, quiso que hiciera en señal de su descendencia. Esta fue la causa que lo hizo ser más respetado de sus hombres de guerra, la mayoría de ellos creyendo que en esos cabellos había alguna virtud rara, o más bien algún destino fatal. a

un turco. Hist., 236.

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