Fueron, pues, siete hermanos; y el primero tomó mujer y murió sin hijos.

30 Y el segundo la tomó por mujer, y murió sin hijos.

31 Y la tomó el tercero; y de la misma manera también los siete; y no dejaron hijos, y murieron.

32 Por último, murió también la mujer.

33 Por tanto, en la resurrección, ¿de quién de ellos es mujer? porque siete la tuvieron por esposa.

34 Respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este mundo se casan y se dan en casamiento.

35 Pero los que sean tenidos por dignos de obtener ese mundo y la resurrección de entre los muertos, no se casan ni se dan en casamiento.

Ver. 35. Ni se dan en matrimonio ] De ahí que algunos decidan que la diferencia de sexos continuará después de la resurrección: ¿por qué más ha de decir nuestro Salvador que entonces no se casarán ni se darán en matrimonio? Sed hic επεχω. Haymo está demasiado confiado, supongo, en esa glosa que da aquí, Quod viri in suo sexu resurgente, feminae in sexu muliebri. Erunt habentes membrana genitalia, non autem voluntatem coeundi.

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