Respondió Juan, diciendo a ellos de todo, Yo os bautizo con agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Ver. 16. La correa de cuyos zapatos, etc. ] Con esta expresión el Bautista reconoce la divinidad de Cristo, como también lo hizo María al lavarle los pies. Pero, ¿qué hace el Papa que extiende los pies para que lo besen? ¿No es éste el que se sienta como Dios en el templo de Dios? ¿No es este Dominus Deus noster Papa? El Señor Dios nuestro Papa. ¿No se enteró de esa abominable insolencia de Diocleciano, ese sanguinario perseguidor? quien, como fue el primer emperador romano que sería adorado como Dios, fue el primero que usó zapatos adornados con piedras preciosas y extendió los pies para que sus pretendientes postrados lo besaran. (Eutropio.)

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