Y los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro, porque es el precio de la sangre.

Ver. 6. No es lícito, etc. ] No sufrirían el precio de la sangre en un cofre; pero la sangre misma bien podrían sufrir como para estar en sus conciencias. Entonces, nuestros fariseos modernos (los prelados papistas) no estarán presentes cuando los mártires sean condenados a muerte, sino que tendrán una forma hipócrita de interceder por ellos ante los poderes seculares, mientras que ellos mismos los han entregado a los jueces para que los ejecuten, Quos suis praeiudiciis damnarunt, como se dice, después de haberlos degradado, excomulgado y juzgado dignos de muerte.

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