El impío desea la red de los malos [hombres], pero la raíz de los justos da [fruto].

Ver. 12. El impío desea la red de los hombres malos, ] es decir, persigue tan furiosamente sus concupiscencias, como si deseara la destrucción; como si quisiera superar al mismo Dios; como si el guerdon de su falta de gracia no llegara a tiempo suficiente, pero tenía que correr para afrontarlo. Por lo tanto, el trásico Lamec Gen 4:23 piensa que las probabilidades de Dios son de setenta a siete. a Así los príncipes de los filisteos, mientras estaban asolados, subieron a Mizpa contra Israel 1Sa 7: 10-11, que estaban allí sacando agua, i.

e., llorando abundantemente delante del Señor, como si fuera a buscar su perdición. Así el Papa Julio III tendrá su carne de cerdo, al despito de Dio; y el Doctor Story b maldecirá a la reina Isabel con su gracia diaria antes de comer y, sin embargo, dirá en el parlamento abierto que no vio nada de qué avergonzarse, mucho menos de qué lamentar, pero que no había hecho más contra los herejes, sí, contra la reina misma en los días de su hermana María.

Esta historia, escapando de la prisión, llegó a Amberes, y allí recibió el encargo del duque de Alva de registrar todos los barcos que llegaban allí en busca de libros en inglés. Pero un Parker, un comerciante inglés, que comerciaba con Amberes, tendió su justa red para atrapar a esta repugnante ave, lo que provocó que se le diera un aviso secreto a Story, que en su barco había una reserva de libros heréticos, con otras inteligencias que podrían reemplazarlo. .

El canonista, pensando que todo era seguro, se apresuró a subir al barco, donde, con miradas muy grandes sobre los pobres marineros, registraron cada camarote, arcón y rincón sobre la borda, y se encontraron algunas cosas que lo arrastraron más allá; de modo que debían abrirse las escotillas, lo que parecía haber sido hecho de mala gana, y en sus rostros se revelaban grandes signos de miedo. Esto hizo que el médico descendiera a la bodega; donde ahora en la trampa el ratón bien podría roer, pero no podría salir; porque las escotillas bajaron y las velas izaron, las cuales, con un alegre vendaval, volaron a Inglaterra, donde al poco tiempo fue procesado y condenado por alta traición, y en consecuencia ejecutado en Tyburn, como bien merecía. C

a Jun. en loc.

b Hechos y lunes, 1925.

c Hist. de velocidad de Gran Bretaña, fol. 1174.

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