Hijo mío, atiende a mi sabiduría, [y] inclina tu oído a mi entendimiento:

Ver. 1. Hijo mío, atiende a mi sabiduría. ] Aristóteles a podría decir que los jóvenes no son más que oidores malhumorados y torcidos de la filosofía moral, y tienen mucha necesidad de que se les incite a asistir con diligencia. La fornicación es para muchos un pecadillo; y Aristóteles no escatima en confesar la incapacidad de la sabiduría moral para rectificar la intemperancia de la naturaleza; lo cual también hizo bien en su práctica, porque usó una vulgar prostituta para satisfacer su lujuria.

a Ethic., lib. vii. gorra. 3,4.

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