Él envía los manantiales a los valles, [que] corren entre las colinas.

Ver. 10. Él envía los manantiales a los valles ] Dios hace esto; él, por ciertas fuentes o respiraderos, envía las olas del mar (que aquí y allá rompen en manantiales, dejando atrás su salinidad), para que los hombres y otras criaturas terrestres puedan tener ese υδωρ μεν αριστον (como lo llama Píndaro), porque la satisfacción de su sed y otros usos necesarios. Esta es la filosofía de David, y su hijo Salomón dice lo mismo, Eclesiastés 1:7 ; aunque Aristóteles asigna otra causa de la perennidad de las fuentes y los ríos.

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