Me rodearon como abejas; se apagan como fuego de espinos, porque en el nombre del SEÑOR los destruiré.

Ver. 12. Me rodearon como abejas ] Como tantos enjambres de abejas que, enfurecidos,

- Venenum

Morsibus inspirant, et spicula caeca relinquunt

Affixae venis, animasque en vulnere ponunt

(Virgilio)

Las abejas, para vengarse, pierden sus aguijones, y con ello sus vidas, o al menos, se convierten en zánganos para siempre (Aristot.). Los hombres malvados no son menos rencorosos; les importa no deshacerse a sí mismos, para que puedan hacer daño a los santos; sí, no son diferentes del escorpión, del cual dice Plinio, que no hay un minuto en el que no haga el aguijón.

Se apagan (o se encienden) como fuego de espinas] Que se enciende rápidamente y se apaga con la misma rapidez, sin dejar brasas detrás. Ver Eclesiastés 7:6 . Ex spinis non fiunt carbones (Kimchi). Los enemigos de la Iglesia pueden hacer una llamarada, pero son una explosión.

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