48-51 Cristo es ahora el Templo y el Constructor; el altar y el sacrificio; la luz de nuestras almas y el pan de vida; capaz de suplir todas las necesidades de todos los que se han aplicado o se le aplicarán. Las imágenes externas no pueden representar, las palabras no pueden expresar, el corazón no puede concebir, su preciosidad o su amor. Vamos a él y lavemos nuestros pecados en su sangre; busquemos la gracia purificadora de su Espíritu; mantengamos la comunión con el Padre a través de su intercesión y rindamos nosotros mismos y todo lo que tengamos a su servicio. Siendo fortalecidos por él, seremos aceptados, útiles y felices.

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