36-46 Si Dios rechaza nuestra oración, tenemos razones para sospechar que es por algún pecado guardado en nuestros corazones, lo cual deberíamos descubrir, para poder guardarlo y matarlo. Siempre debemos primero sospechar y examinarnos a nosotros mismos; pero un corazón humilde sospecha de cualquier otra persona, y busca en todas partes, excepto en el hogar, la causa pecaminosa de la calamidad. Se descubrió que Jonathan era el delincuente. Los más indulgentes con sus propios pecados son más severos con los demás; aquellos que más ignoran la autoridad de Dios, son más impacientes cuando sus propios mandamientos son menospreciados. Como lanzar maldiciones al extranjero, ponerse en peligro a sí mismos y a sus familias. ¿Qué observamos en todo el comportamiento de Saúl en esta ocasión, sino una disposición impetuosa, orgullosa, maligna e impía? ¿Y no percibimos en todos los casos que el hombre, abandonado a sí mismo, traiciona la depravación de su naturaleza y está esclavizado a los ánimos más bajos?

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