12-21 El rey de Babilonia era en este momento independiente del rey de Asiria, aunque poco después fue sometido por él. Ezequías mostró sus tesoros y armaduras, y otras pruebas de su riqueza y poder. Este fue el efecto del orgullo y la ostentación, y apartarse de la simple confianza en Dios. También parece haber perdido la oportunidad de hablar con los caldeos, acerca de Aquel que había obrado los milagros que llamaron su atención, y de señalarles lo absurdo y lo malo de la idolatría. ¿Qué es más común que mostrarles a nuestros amigos nuestras casas y posesiones? Pero si hacemos esto en el orgullo de nuestros corazones, para ganar los aplausos de los hombres, sin alabar a Dios, se convierte en pecado en nosotros, como lo hizo en Ezequías. Podemos esperar disgusto de cada objeto con el que estamos indebidamente satisfechos. Isaías, que a menudo había sido el consolador de Ezequías, ahora es un reprobador. El Espíritu bendito es ambos, Juan 16:7; Juan 16:8. Los ministros deben ser ambos, ya que hay ocasiones. Ezequías permitió la justicia de la sentencia y la bondad de Dios en el respiro. Sin embargo, la perspectiva de respetar a su familia y su nación debe haberle dado muchos sentimientos dolorosos. Ezequías fue humillado por el orgullo de su corazón. Y bienaventurados los muertos que mueren en el Señor; porque descansan de sus labores, y sus obras los siguen.

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