31-37 David reza no contra la persona de Ahitofel, sino contra su consejo. Él oró esto, en la firme creencia de que Dios tiene todos los corazones en la mano, y las lenguas también. Pero debemos secundar nuestras oraciones con esfuerzos, y David lo hizo, de lo contrario tentamos a Dios. Pero no encontramos la sabiduría y la simplicidad tan unidas en un mero hombre, que no podamos percibir nada que necesite perdón. Sin embargo, cuando el Hijo de David fue tratado con toda la posible traición y crueldad, su sabiduría, mansedumbre, franqueza y paciencia fueron perfectas. Él nos dejó seguir, unirnos y servir, en la vida y en la muerte.

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