5-14 David soportó las maldiciones de Shimei mucho mejor que los halagos de Ziba; por estos fue llevado a emitir un juicio incorrecto sobre otro, por aquellos a emitir un juicio correcto sobre sí mismo: las sonrisas del mundo son más peligrosas que sus ceños fruncidos. Una y otra vez, David salvó la vida de Saúl, mientras Saúl buscaba la suya. Pero la inocencia no es defensa contra la malicia y la falsedad; ni debemos pensar que es extraño, si se nos acusa de aquello de lo que hemos sido muy cuidadosos para evitarlo. Nos conviene que los hombres no sean nuestros jueces, sino aquel cuyo juicio es conforme a la verdad. Vea cuán paciente estaba David bajo este abuso. Que esto nos recuerde a Cristo, quien oró por aquellos que lo injuriaron y lo crucificaron. Un espíritu humilde convertirá los reproches en reprensiones, y se recuperará de ellos, en lugar de ser provocado por ellos. David la mano de Dios en él, y se consuela a sí mismo de que Dios sacaría el bien de su aflicción. Podemos depender de Dios para pagar, no solo nuestros servicios, sino nuestros sufrimientos.

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