1-8 La caída y la destrucción de la Babilonia mística están determinadas en los consejos de Dios. Otro ángel viene del cielo. Este parece ser el propio Cristo, que viene a destruir a sus enemigos y a derramar la luz de su evangelio por todas las naciones. La maldad de esta Babilonia era muy grande; había abandonado al verdadero Dios, y había erigido ídolos, y había atraído a toda clase de hombres al adulterio espiritual, y con sus riquezas y lujos los mantenía en su interés. La mercancía espiritual, por la cual multitudes han vivido perversamente en la riqueza, por los pecados y las locuras de la humanidad, parece estar principalmente dirigida. Se da una justa advertencia a todos los que esperan la misericordia de Dios, para que no sólo salgan de esta Babilonia, sino que ayuden a su destrucción. Dios puede tener un pueblo incluso en Babilonia. Pero el pueblo de Dios será llamado a salir de Babilonia, y llamado eficazmente, mientras que los que participan con los hombres impíos en sus pecados, deben recibir sus plagas.

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