7-9 Los ministros son siervos de Cristo, y consiervos unos de otros. Tienen un solo Señor, aunque tienen diferentes puestos y poderes para el servicio. Es un gran consuelo bajo los problemas y dificultades de la vida, tener compañeros cristianos que nos cuiden. Las circunstancias de la vida no hacen ninguna diferencia en la relación espiritual entre los cristianos sinceros; participan de los mismos privilegios, y tienen derecho a las mismas consideraciones. ¡Qué cambios tan asombrosos hace la gracia divina! Los siervos infieles se convierten en hermanos fieles y amados, y algunos que habían hecho el mal, se convierten en colaboradores del bien.

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