1-9 Tanto las misericordias pasadas como las misericordias frescas deben ser consideradas por nosotros como motivos para la obediencia. El oído que oye, el ojo que ve y el corazón que comprende son dones de Dios. Todos los que los tienen, los tienen de Él. Dios no solo da alimento y vestimenta, sino también riquezas y grandes posesiones, a muchos a quienes no da gracia. Muchos disfrutan de los dones sin tener corazones para percibir al Dador ni comprender el verdadero propósito y uso de los dones. Estamos obligados, por gratitud e interés, así como por deber y fidelidad, a guardar las palabras del pacto.

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