18-20 La vida es un regalo de Dios. No debemos ver nuestro llamado como un trabajo pesado, sino disfrutar del llamado donde Dios nos pone. Un espíritu alegre es una gran bendición; facilita los empleos y las aflicciones son leves. Habiendo hecho un uso apropiado de las riquezas, un hombre recordará los días de su vida pasada con placer. La manera en que Salomón se refiere a Dios como el Dador, tanto de la vida como de sus placeres, muestra que deben ser recibidos y utilizados, de acuerdo con su voluntad y para su gloria. Que este pasaje recomiende a todas las amables palabras del misericordioso Redentor: "No trabajen por la carne que perece, sino por la carne que perdura hasta la vida eterna". Cristo es el pan de vida, el único alimento del alma. Todos están invitados a participar de esta provisión celestial.

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