Eclesiastés 5:1

I. Dios, que está presente en todo tiempo y en todas partes, ha designado, sin embargo, temporadas particulares y lugares especiales en los que ha prometido manifestarse más claramente, con más fuerza y ​​con más gracia a los hombres. El corazón piadoso encuentra un templo de Dios en todas partes. Es en sí mismo un templo de Dios. Sin embargo, incluso así aparece la necesidad de otros templos, porque lo que un buen hombre consideraba por sí mismo es que Dios nos manda a todos como un cuerpo que seamos. Para que todos podamos estar así unidos como un solo hombre, debemos tener asambleas públicas, debemos tener templos visibles, en los que Dios, los ángeles y los hombres puedan reunirse juntos.

II. De la consideración de la dignidad y bienaventuranza de los hombres considerados en sus relaciones entre sí y con los santos ángeles, y como unidos para el desempeño de esa obra en la que su más alta dignidad y bienaventuranza consiste a saber, el intercambio con Dios, la necesidad que de ahí surge para la existencia de lugares santos es claramente evidente. (1) Dios le ordenó a Moisés que construyera un tabernáculo en el que pudiera morar entre su pueblo Israel. (2) La asistencia constante de nuestro bendito Señor al culto público de la sinagoga y el de los Apóstoles en el Templo son prueba suficiente de su opinión sobre este asunto.

III. Mantener nuestros pies diligentemente es ordenar devotamente no solo nuestros pensamientos, sino nuestras palabras, miradas y gestos, no sea que seamos culpables no solo de irreverencia hacia Dios, sino de locura hacia nosotros mismos y de pecado hacia nuestros hermanos.

C. Wordsworth, Sermones predicados en la escuela Harrow, pág. 22.

Referencias: Eclesiastés 5:1 . JG Deirs, Penny Pulpit, núm. 904; G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 253; Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times", vol. vii., pág. 191; J. Bennet, La sabiduría del rey, pág. 252. Eclesiastés 5:1 ; Eclesiastés 5:2 . CJ Vaughan, Harrow Sermons, primera serie, pág. 358.

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