12-20 Dios ordena a Moisés que extienda su mano; los langostas vinieron al llamado. Un ejército podría haber sido resistido más fácilmente que esta hueste de insectos. Entonces, ¿quién es capaz de mantenerse ante el gran Dios? Cubrieron la faz de la tierra y devoraron sus frutos. Las hierbas crecen para el servicio del hombre; sin embargo, cuando Dios lo desea, los insectos lo saquearán y comerán el pan de su boca. Que nuestro trabajo no sea para la habitación y la comida así expuesta, sino para aquellas que perduran para la vida eterna. Faraón emplea a Moisés y Aarón para que oren por él. Hay quienes, en la angustia, buscan la ayuda de las oraciones de otras personas, pero no tienen intención de orar por sí mismos. Esto demuestra que no tienen un amor verdadero hacia Dios ni ningún deleite en la comunión con Él. Faraón solo desea que esta plaga sea quitada, no este pecado. Quiere deshacerse de la plaga de langostas, no de la plaga de un corazón endurecido, que era más peligrosa. Un viento del este trajo las langostas, un viento del oeste las llevó. Sea cual sea el punto en el que se encuentre el viento, está cumpliendo la palabra de Dios y se mueve por Su consejo. El viento sopla donde quiere, en lo que a nosotros respecta; pero no así en lo que respecta a Dios. También fue un argumento para su arrepentimiento; pues esto demostraba que Dios está dispuesto a perdonar y rápido para mostrar misericordia. Si hace esto basado en las señales exteriores de humillación, ¿qué hará si somos sinceros? ¡Ojalá que esta bondad de Dios nos lleve al arrepentimiento! Faraón volvió a su resolución de no dejar ir al pueblo. Aquellos que han burlado a menudo sus convicciones son entregados justamente a los deseos de sus corazones.

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