10-14 No había otro camino abierto para Israel que hacia arriba, y de allí vino su liberación. Podemos estar en el camino del deber, siguiendo a Dios y apresurándonos hacia el cielo, y aún así podemos estar rodeados de problemas por todos lados. Algunos clamaron al Señor; su miedo los llevó a orar, y eso estuvo bien. Dios nos lleva a aprietos para que nos arrodillemos ante Él. Otros se quejaron contra Moisés; el miedo los llevó a murmurar como si Dios no fuera capaz de seguir haciendo milagros. Discutieron con Moisés por sacarlos de Egipto; y así se enojaron con Dios por la mayor bondad que jamás se les había hecho; así de absurdas son las absurdidades de la incredulidad. Moisés les dice: "No temáis". Siempre es nuestro deber e interés, cuando no podemos salir de los problemas, elevarnos por encima de nuestros miedos; que ellos aviven nuestras oraciones y esfuerzos, pero no silencien nuestra fe y esperanza. "Estad quietos", no penséis en salvaros ni luchando ni huyendo; esperad las órdenes de Dios y observadlas. Componed vuestras almas, confiando en Dios, en pensamientos pacíficos sobre la gran salvación que Dios está a punto de obrar para vosotros. Si Dios lleva a su pueblo a situaciones difíciles, Él encontrará una manera de sacarlos de ellas.

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