1-25 Los que viven tranquilos deben ser lamentados, si no están preparados para los problemas. Que ninguno se considere embellecido, más allá de lo que están santificados. El relato del comercio de Tiro insinúa que Dios está mirando a los hombres cuando trabajan en negocios mundanos. No solo en la iglesia, rezando y escuchando, sino también en los mercados y ferias, comprando y vendiendo. En todos nuestros tratos debemos mantener la conciencia libre de ofensas. Dios, como el Padre común de la humanidad, hace que un país abunda en una mercancía y otro en otro, útil para la necesidad o para la comodidad y el ornamento de la vida humana. Vea qué bendición es el comercio y la mercancía para la humanidad, cuando se sigue con el temor de Dios. Además de lo necesario, muchas cosas se hacen valiosas solo por costumbre; sin embargo, Dios nos permite usarlos. Pero cuando aumentan las riquezas, los hombres tienden a poner sus corazones sobre ellos y olvidarse del Señor, quien les da poder para obtener riquezas.

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