4,5 Abram creía que la bendición del Todopoderoso compensaría todo lo que podía perder o dejar atrás, supliría todas sus necesidades y respondería y superaría todos sus deseos; y sabía que nada más que la miseria seguiría a la desobediencia. Tales creyentes, siendo justificados por la fe en Cristo, tienen paz con Dios. Se aferran a Canaán. No se desaniman por las dificultades en su camino, ni se dejan de lado por las delicias con las que se encuentran. Los que se dirigen al cielo deben perseverar hasta el final. Lo que emprendamos, en obediencia al mandato de Dios, y en la humilde asistencia a su providencia, ciertamente tendrá éxito, y finalmente terminará con consuelo. Canaán no era, como otras tierras, una mera posesión externa, sino un tipo de cielo, y a este respecto los patriarcas lo valoraban tan fervientemente.

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