12-21 Dios le dijo a Noé su propósito de destruir al mundo malvado por agua. El secreto del Señor está con los que le temen, Salmo 25:14. Es con todos los creyentes, permitiéndoles comprender y aplicar las declaraciones y advertencias de la palabra escrita. Dios eligió hacerlo por una inundación de aguas, que debería ahogar al mundo. Cuando elige la vara con la que corrige a sus hijos, elige la espada con la que corta a sus enemigos. Dios estableció su pacto con Noé. Este es el primer lugar en la Biblia donde se encuentra la palabra 'pacto'; parece significar,

1. El pacto de la providencia; que el curso de la naturaleza continuará hasta el final de los tiempos.

2. El pacto de gracia; que Dios sería un Dios para Noé, y que de su descendencia Dios tomaría para sí un pueblo. Dios ordenó a Noé que construyera un arca. Esta arca era como el casco de un barco, preparada para flotar sobre las aguas. Era muy grande, la mitad del tamaño de la catedral de San Pablo, y en ella cabrían más de dieciocho de los barcos más grandes que se usan ahora. Dios podía haber salvado a Noé sin imponerle ningún cuidado, ni dolor, ni molestia; pero lo empleó en hacer lo que iba a ser el medio de preservarlo, para la prueba de su fe y obediencia. Tanto la providencia como la gracia de Dios poseen y coronan a los obedientes y diligentes. Dios dio a Noé órdenes particulares sobre cómo hacer el arca, la cual, por lo tanto, no podía sino estar bien equipada para el propósito. Dios prometió a Noé que él y su familia se mantendrían con vida en el arca. De lo que hacemos en obediencia a Dios, nosotros y nuestras familias podemos beneficiarnos. La piedad de los padres hace bien a sus hijos en esta vida, y los favorece en el camino de la vida eterna, si la mejoran.

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