18-23 El profeta Jeremías dice mucho acerca de sí mismo, los tiempos en que vivió fueron muy problemáticos. Los de su propia ciudad tramaron cómo podrían causar su muerte. Pensaron terminar sus días, pero sobrevivió a la mayoría de sus enemigos; pensaron destruir su memoria, pero vive hasta el día de hoy, y serán bendecidos mientras dure el tiempo. Dios conoce todos los diseños secretos de sus enemigos y los de su pueblo, y puede, cuando lo desee, darlos a conocer. La justicia de Dios es un terror para los impíos, pero un consuelo para los piadosos. Cuando somos perjudicados, tenemos un Dios con quien comprometer nuestra causa, y es nuestro deber encomendarlo a él. También debemos mirar bien a nuestros propios espíritus, para que no seamos vencidos por el mal, sino que por la continua paciencia en la oración por nuestros enemigos, y en la bondad hacia ellos, podamos vencer el mal con el bien.

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