1-9 El profeta debe dar aviso de la ruina que vendrá sobre Judá y Jerusalén. Tanto los gobernantes como los gobernados deben atenderlo. Ese lugar donde la santidad hizo la alegría de toda la tierra, el pecado hizo el reproche y la vergüenza de toda la tierra. No hay huida de la justicia de Dios, sino huyendo a su misericordia.

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