12-17 Cuando Dios está en contra de un pueblo, ¿quién será por ellos? ¿Quién puede ser para ellos, para hacerles alguna amabilidad? Las penas incurables se deben a lujurias incurables. Sin embargo, aunque los cautivos sufrieron justamente y no pudieron evitarlo, el Señor tuvo la intención de comparecer ante ellos y castigar a sus opresores; y aún lo hará. Pero todo esfuerzo por sanarnos a nosotros mismos debe resultar infructuoso, siempre y cuando descuidemos al Abogado celestial y al Espíritu santificador. Los tratos de su gracia con cada converso verdadero, y cada reincidente que regresa, son los mismos que sus procedimientos con los judíos.

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