1-9 Dios le asegura a su pueblo que nuevamente los llevará a una relación de pacto consigo mismo. Cuando está muy bajo, y aparecen dificultades, es bueno recordar que ha sido así con la iglesia anteriormente. Pero es difícil, bajo el ceño fruncido del presente, consolarse de las sonrisas anteriores; sin embargo, es la felicidad de aquellos que, por gracia, están interesados ​​en el amor de Dios, que es un amor eterno, desde la eternidad en los consejos, hasta la eternidad en la continuidad. Aquellos a quienes Dios ama con este amor, los atraerá a sí mismo, por las influencias de su Espíritu sobre sus almas. Al alabar a Dios por lo que ha hecho, debemos llamarlo por los favores que su iglesia necesita y espera. Cuando el Señor llama, no debemos alegar que no podemos venir; porque el que nos llama, nos ayudará, nos fortalecerá. La bondad de Dios los llevará al arrepentimiento. Y llorarán por el pecado con más amargura y más ternura, cuando salgan de su cautiverio, que cuando gimen debajo de él. Si tomamos a Dios por nuestro Padre y nos unimos a la iglesia del primogénito, no desearemos nada que sea bueno para nosotros. Estas predicciones sin duda se refieren también a una futura reunión de los israelitas de todos los rincones del mundo. Y en sentido figurado describen la conversión de los pecadores a Cristo, y la manera simple y segura en que son guiados.

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