1-16 No se beneficiarán las celebraciones, profesiones o supuestas revelaciones si los hombres no modifican sus costumbres y sus acciones. Nadie puede reclamar un interés en la salvación gratuita, quienes se permiten practicar el pecado conocido o vivir en el abandono del deber conocido. Pensaron que el templo que profanaron sería su protección. Pero todos los que continúan en pecado porque la gracia ha abundado, o esa gracia puede abundar, hacen de Cristo el ministro del pecado; y la cruz de Cristo, bien entendida, forma el remedio más efectivo para tales sentimientos venenosos. El Hijo de Dios se entregó por nuestras transgresiones, para mostrar la excelencia de la ley divina y el mal del pecado. Nunca pensemos que podemos hacer maldad sin sufrir por ella.

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