8-21 Rahab había oído hablar de los milagros que el Señor había obrado en favor de Israel. Ella creía que sus promesas se cumplirían con certeza y que sus amenazas se cumplirían; y que no había otra manera de escapar sino sometiéndose a Él y uniéndose a su pueblo. La conducta de Rahab demostró que tenía el auténtico principio de fe divina. Observa las promesas que los espías le hicieron. La bondad de Dios a menudo se expresa mediante su bondad y verdad, como se menciona en Salmo 117:2; en ambas debemos seguir su ejemplo. Aquellos que son conscientes de cumplir promesas son cautelosos al hacerlas. Los espías establecen condiciones necesarias. El cordón escarlata, como la sangre en el umbral de la puerta en la Pascua, recuerda la seguridad del pecador bajo la sangre expiatoria de Cristo; y que debemos huir allí en busca de refugio de la ira de un Dios justamente ofendido. El mismo cordón que Rahab usó para salvar a estos israelitas sería usado para su propia seguridad. Lo que servimos y honramos para Dios, podemos esperar que Él lo bendecirá y lo hará útil para nosotros.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad