25-35 Aunque no todos los discípulos de Cristo están crucificados, todos llevan su cruz, y deben llevarla en el camino del deber. Jesús les pide que cuenten con ella y que la consideren. Nuestro Salvador explica esto con dos similitudes; la primera muestra que debemos considerar los gastos de nuestra religión; la segunda, que debemos considerar los peligros de la misma. Siéntate y cuenta el costo; considera que costará la mortificación del pecado, incluso de las lujurias más queridas. El pecador más orgulloso y atrevido no puede enfrentarse a Dios, pues ¿quién conoce el poder de su ira? Es nuestro interés buscar la paz con él, y no tenemos que enviar a pedir condiciones de paz, se nos ofrecen, y son altamente ventajosas para nosotros. De alguna manera un discípulo de Cristo será puesto a prueba. Que busquemos ser discípulos de verdad, y que tengamos cuidado de no volvernos flojos en nuestra profesión, o temerosos de la cruz; para que seamos la buena sal de la tierra, para sazonar a los que nos rodean con el sabor de Cristo.

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