27-33 Nuestro Salvador muestra cuán afines eran su doctrina y su bautismo a los de Juan; tenían el mismo designio y la misma tendencia, para traer el reino evangélico. Estos ancianos no merecían que se les enseñara, pues era evidente que no luchaban por la verdad, sino por la victoria; tampoco era necesario que se lo dijera, pues las obras que realizaba les indicaban claramente que tenía autoridad de Dios, ya que ningún hombre podía hacer los milagros que hacía si no estaba Dios con él.

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