14-21 El caso de los niños afligidos debe presentarse a Dios mediante una oración fiel y ferviente. Cristo curó al niño. Aunque el pueblo era perverso, y Cristo fue provocado, se ocupó del niño. Cuando todos los demás auxilios y socorros fallan, somos bienvenidos a Cristo, podemos confiar en él, y en su poder y bondad. Ved aquí un emblema de la obra de Cristo como nuestro Redentor. Anima a los padres a llevar a los niños a Cristo, cuyas almas están bajo el poder de Satanás; él es capaz de sanarlos, y tan dispuesto como él. No sólo hay que llevarlos a Cristo por medio de la oración, sino llevarlos a la palabra de Cristo; a los medios por los que se derriban las fortalezas de Satanás en el alma. Es bueno que desconfiemos de nosotros mismos y de nuestra propia fuerza; pero es desagradable para Cristo cuando desconfiamos de cualquier poder derivado de él, o concedido por él. También había algo en la enfermedad que dificultaba la curación. El extraordinario poder de Satanás no debe desanimar nuestra fe, sino estimularnos a orar con más ahínco a Dios para que la aumente. ¿Nos asombra ver la posesión corporal de Satanás sobre este joven desde niño, cuando vemos su posesión espiritual sobre cada hijo de Adán desde la caída?

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