1-6 Debemos juzgarnos a nosotros mismos, y juzgar nuestros propios actos, pero no hacer de nuestra palabra una ley para todos. No debemos juzgar precipitadamente, ni juzgar a nuestro hermano sin fundamento. No debemos hacer lo peor de las personas. He aquí una justa reprimenda a los que riñen con sus hermanos por pequeñas faltas, mientras se permiten otras mayores. Algunos pecados son como motas, mientras que otros son como vigas; algunos como un mosquito, otros como un camello. No es que haya ningún pecado pequeño; si es una mota, o astilla, está en el ojo; si es un mosquito, está en la garganta; ambos son dolorosos y peligrosos, y no podemos estar tranquilos ni bien hasta que no los saquemos. Lo que la caridad nos enseña a llamar una astilla en el ojo de nuestro hermano, el verdadero arrepentimiento y el dolor piadoso nos enseñarán a llamar una viga en el nuestro. Es tan extraño que un hombre pueda estar en una condición pecaminosa y miserable, y no ser consciente de ello, como que un hombre tenga una viga en el ojo, y no lo considere; pero el dios de este mundo ciega sus mentes. He aquí una buena regla para los reprendedores: primero reformarse a sí mismo.

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