1-8 Los hombres no pueden esperar hacer mal, y les va bien; pero para encontrar eso hecho a ellos que hicieron a los demás. ¡Cuán pocas veces las verdades sanas llegan a los oídos de quienes se encuentran en estaciones altas o con autoridad! Los que engañan a otros están preparando la confusión para sus propios rostros. El profeta tenía un amor ardiente hacia Dios y las almas de los hombres; profunda preocupación por su gloria y su salvación, y celo contra el pecado. Las dificultades con las que se encontró no lo alejaron de su trabajo. Él tenía esta fuerza; no de y de sí mismo, sino que estaba lleno de poder por el Espíritu del Señor. Aquellos que actúan honestamente, pueden actuar con valentía. Y aquellos que vienen a escuchar la palabra de Dios, deben estar dispuestos a que se les informe de sus faltas, deben tomarla con amabilidad y estar agradecidos.

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